miércoles, febrero 2

Tener las axilas irritables y convivir con la publicidad de Axe

Antes de tender, se “pretende”, y antes de escribir, se anuncia, de la manera que sea, sobre qué se escribirá (al menos así era en mis tiempos). Apegados a la tradición, diremos que hablaremos del viento. Pero de uno incompleto, es decir, sin ropa que secar ni hojas en los árboles que agitar. Por ende, es, además, un viento que está en una búsqueda, esta es, constituirse, íntegramente, como un predicado. Pedimos disculpar la gran cantidad de comas que, cuales baches en el camino, entorpecen la lectura, entendida, en estos términos, como un viaje. Luego, tenemos nuestras dos palabras clave, (key words, en cursi): viento y viaje. Las dos con uve, una de ellas no anunciada en la parte de las aseveraciones metadiscursivas explícitas. El viento sigue su curso, el mismo de los pensamientos codificados en teclas de un computador. “El sartén” y no “la sartén”. No halla ni hojas ni ropa, y no sucede, porque no hay detergente para lavar, ni plata para comprar uno. Y no se encuentra con las hojas porque es otoño, digamos, y están todas en el suelo, fuera del alcance del viento que, como todos sabemos, tiene un área (nos resistimos a la cacofonía) de acción que está cinco centímetros por sobre el nivel de las hojas en el suelo. Viento y viaje: “el viento sigue su curso”, usted cacha. Ya, pongámosle que el tío del kiosco nos fía un detergente y que las hojas, juguetonas, regresan a los árboles, porque son hojas entregadas a la lujuria y los árboles huelen a Axe que es irresistible y da seguridad, pues te protege, aunque no como el condón ni como la pastilla antinmaculadaconcepción. ¿Qué hace el viento? Se bacaniza y seca la ropa y agita las hojas que a esa altura ya tienen a los pobres árboles sin savia. El viaje se vuelve placentero, como ir en un bus semi-cama echaito patrás. Hasta que el tío del kiosco empieza a exigir que pague el fiado poh, vecina, no ve que este es mi trabajo y está todo tan caro y no sé qué y qué se yo. Y el efecto Axe es efímero, como el arrepentimiento, y no disimula el olor a transpiración, sobre todo, después de una maratón sexual “hojas vs. troncos” hiperclorofílica y versde, por lo tanto, las hojas nuevamente caen al suelo, y lo hacen lento.
En resumen, no hay un principio ni un fin, sino un proceso que se repite endless, in the same way every time. Un proceso marcado por la presencia/ausencia del prefijo “-in”.