jueves, octubre 20

¡Paf!

Creaste un tiempo alternativo
en el que el pasado y el futuro
se ahogaron ante el peligro de derrumbe
anunciado en el instante mismo
de nuestro primer hola-hola.

El presente se hizo ancho
y cubrió todas las dimensiones
de aquella (¿de esta?)
incipiente imposibilidad.

Nos mezlcamos demasiado, cariño,
y en medio de tanta fábula,
omitimos algunas informaciones
y algunas perplejidades.
Nos engañamos, en definitiva:
fuimos una idea frente a otra,
clamando un poquito más de realidad.

La armonía se agrietó y, entonces,
el pasado y el futuro se asomaron
violando su promesa de no resucitar.
No nos quedó más que morirnos de miedo
y suplicarnos olvido...
que suplicarnos un ¡¡paf!!,
volvernos definitivos
a
ca
ba
dos.


Pero, la verdad, es que mi olvido
no tuvo la suficiente voluntad
y fue un rival débil contra ti,
contra la idea de ti.
El tuyo, en cambio, fue violento y tenaz;
se maquilló a la perfección
y fue excesivamente cool
para una realidad tan gris.
Sacó aplausos.

Me repito, sabes,
que no vales ni la pena
ni las escenas imaginarias,
porque en una escala de tú a mí,
son tan infinitos y espantosos los vacíos,
que me han impedido pensarte
de carne y hueso,
de manos juntas
para pasar el frío.

sábado, agosto 27

Volver (a baja escala)

Suspendí ese mundo virtual que cimentaste
Y me suspendí a mí mismo
En medio de tanta virtualidad

Antes, tomaste la forma de la compañía
Fuiste una infinita fila de banco
Huraña y abierta a las posibilidades
De la espera
Expandible y en constante simulacro
Alejando y acercando la caja de pago y
Pintando torpemente el rostro
De los hombres de la fila

Por momentos, fuiste un vaivén violento
Que perturbó el todo y sus partes
Un viento pesado, como de invierno
Que recorrió mi espalda
Sin dejar de anunciar
Su condición menguante

Te vas en marea baja,
Y yo soy el pescador
Que empieza a dejar que crezca su barba
Y que va al bazar a comprar una pipa con estilo
Para fumar de espalda al mar
Esperando que el continente
En el que te transformaste
Encuentre pronto un contenido
Que te rebalse y te desborde,
Hasta que te pierdas
En cualquier lugar

sábado, junio 25

¡Ah!

No ayuda mucho prender la tele y que esté sonando "The end" de The Doors, no ayuda mucho que haga tanto frío. No ayuda mucho escribir y codificar el pensamiento: no ayuda cerrarlo. Ni nada ayuda mucho, la verdad, cuando ya todo te aburre y las cosas pierden sentido y se desvanecen y te conviertes en una máquina que encuentra todo mal, que multiplica la paja a partir de todo, porque todo sirve para levantar el hastío. No ayuda tener veintiuno y sentirse fuera de centro (suponiendo que existe uno): ¡¡no ayuda salirse de madre, ni salirse de la madre!!, pues se te muere el mundo "como un niño en la noche".
Y no tienes conciencia para crear uno nuevo, porque la has perdido intentando hacer que las cosas mejoren, tirando combos en una pelea de ciegos, tapándote bien hasta convertirte en algo muy pequeño, en algo que, de seguro, ya fue escrito en una larga conversación de messenger.

Que siempre termina igual.

miércoles, febrero 2

Tener las axilas irritables y convivir con la publicidad de Axe

Antes de tender, se “pretende”, y antes de escribir, se anuncia, de la manera que sea, sobre qué se escribirá (al menos así era en mis tiempos). Apegados a la tradición, diremos que hablaremos del viento. Pero de uno incompleto, es decir, sin ropa que secar ni hojas en los árboles que agitar. Por ende, es, además, un viento que está en una búsqueda, esta es, constituirse, íntegramente, como un predicado. Pedimos disculpar la gran cantidad de comas que, cuales baches en el camino, entorpecen la lectura, entendida, en estos términos, como un viaje. Luego, tenemos nuestras dos palabras clave, (key words, en cursi): viento y viaje. Las dos con uve, una de ellas no anunciada en la parte de las aseveraciones metadiscursivas explícitas. El viento sigue su curso, el mismo de los pensamientos codificados en teclas de un computador. “El sartén” y no “la sartén”. No halla ni hojas ni ropa, y no sucede, porque no hay detergente para lavar, ni plata para comprar uno. Y no se encuentra con las hojas porque es otoño, digamos, y están todas en el suelo, fuera del alcance del viento que, como todos sabemos, tiene un área (nos resistimos a la cacofonía) de acción que está cinco centímetros por sobre el nivel de las hojas en el suelo. Viento y viaje: “el viento sigue su curso”, usted cacha. Ya, pongámosle que el tío del kiosco nos fía un detergente y que las hojas, juguetonas, regresan a los árboles, porque son hojas entregadas a la lujuria y los árboles huelen a Axe que es irresistible y da seguridad, pues te protege, aunque no como el condón ni como la pastilla antinmaculadaconcepción. ¿Qué hace el viento? Se bacaniza y seca la ropa y agita las hojas que a esa altura ya tienen a los pobres árboles sin savia. El viaje se vuelve placentero, como ir en un bus semi-cama echaito patrás. Hasta que el tío del kiosco empieza a exigir que pague el fiado poh, vecina, no ve que este es mi trabajo y está todo tan caro y no sé qué y qué se yo. Y el efecto Axe es efímero, como el arrepentimiento, y no disimula el olor a transpiración, sobre todo, después de una maratón sexual “hojas vs. troncos” hiperclorofílica y versde, por lo tanto, las hojas nuevamente caen al suelo, y lo hacen lento.
En resumen, no hay un principio ni un fin, sino un proceso que se repite endless, in the same way every time. Un proceso marcado por la presencia/ausencia del prefijo “-in”.

miércoles, enero 5

Escribir algo

Parar.
Si insisten, hacerse a un lado, dejarlos pasar.
Si insisten, tendremos que escribirles una carta en un idioma que no puedan leer, para que se vean obligados a consultar un diccionario que les revele toda la verdad.


Pero, si insisten, asaltarlos por sorpresa, hurto con intimidación e intimidad

robo de palabras y de respuestas



En todos los casos, PARAR.